Ayer tuvimos una sesión interesante sobre una especialidad que estamos maquilando en el Centro. Para mí el mayor reto es pensar más allá de lo común, es decir, visualizar un proceso de aprendizaje que resulte atractivo por su potencial, flexibilidad, que sea diferente, disruptivo.
Me surge la pregunta ¿cómo sería una propuesta así, congruente con la cultura red? Tenemos ya un camino recorrido, pistas, experimentos, recuperaciones, pero ¿cuál es el siguiente paso? ¿qué características o claves podría tener una propuesta de este tipo? Y ¿cómo la empatamos con las condiciones institucionales? ¿cómo se me antojaría a mí aprender algo así?
Recuerdo que en una conferencia, Stephen Downes contó el proceso por el cual crearon el primer MOOC y lo refería como el equivalente a la manera en que un adulto aprende en su día a día: “Preguntando a otro lo que no sé…” la red nos brinda un sinfín de posibilidades para ese “preguntar”, miles de conexiones potenciales con quienes trabajan temas de nuestro interés, que tienen preguntas similares y probablemente algún esbozo de respuestas, pero sobre todo, con quienes podemos continuar construyendo, aprendiendo.
Eso se me antojaría a mí, plantear un proceso que posibilite a cada quién construir sus propias redes para aprender, que diseñe en el camino “a quién le quiere preguntar”, un camino que facilite e impulse las conexiones, el diálogo, la estructura propia más que una estructura igual para todos, pues cada quién aprende distinto. La gran pregunta… ¿y eso cómo? ¿alguna idea? Hasta aquí por hoy, sigue la reflexión.